jueves, 24 de septiembre de 2015

Del libro "De qué hablo cuando hablo de correr"- Haruki Murakami IV



Correr es  Filosofía

Levantarse al alba, ignorar la lluvia o el frío intenso, recorrer la distancia planificada o el tiempo programado después de una jornada laboral. Obstáculos que resultan insignificantes ante nuestro objetivo, realizar nuestra sesión diaria. ¿Qué puede empujarnos a dicha actividad? ¿Qué objetivos y motivaciones nos impulsan a empezar o acabar el día devorando kilómetros de forma altruista, sin una meta aparentemente clara? ¿Somos los corredores unos solitarios por elección, unos incomprendidos, unos locos? Cierto es, que como en muchas facetas de la vida, la carrera a pie tiene su propia filosofía y cada individuo la adapta a sus costumbre y forma de vivir, tanto ideológicamente como socialmente. Resulta sorprendente observar como esta actividad deportiva ha sumado adeptos y partidarios en los últimos años, pues no hace mucho era extraño ver alguna que otra persona trotando por las calles y parques de las ciudades.







Pero ¿realmente la carrera a pie tiene una filosofía propia? Si debo exponer mi opinión personal, cuestión que en este aspecto es la única que puede argumentarse en este texto, la respuesta es indudablemente afirmativa. Tiene su filosofía propia en la medida que se traduce en una forma de vivir y entender todas las facetas cotidianas. En esta forma de vida entran en juego muchos aspectos que son modificados de alguna manera por la actividad deportiva. Desde la alimentación, el sueño, los hábitos higiénicos y de salud, la actitud de enfrentamiento ante los problemas diarios, etc. 








Son muchas las personas que notan un cambio personal e inconsciente en su forma de ver y afrontar la vida cuando inician una práctica deportiva y en este caso, la carrera a pie, el atletismo de fondo o el "correr por correr".

Es una manera de encontrar un tipo de paz interior y reflexión que mejora nuestra visión de la vida, logrando, durante el tiempo de la carrera, una liberación de presiones exteriores que en muchas ocasiones, y como consecuencia de una práctica continuada, prevalece más allá de ese momento.

Correr puede convertirse en algo necesario, imprescindible en la vida del corredor, de tal forma que la ausencia de esta rutina, deja un vacío que puede llegar a afectar al carácter de forma puntual. 






No obstante no debemos entender esta afirmación como algo que se deba sufrir, que tome un cariz demasiado angustioso. Simplemente, como una sensación que se puede llegar a tener con cualquier otra actividad, deportiva o no, a la cual dedicamos parte de nuestro tiempo diario.

El truco consiste en no obsesionarse con esa sesión de entreno no realizada o con ese tiempo de dedicación a nuestra actividad física diaria. Por lo tanto he aquí un primer consejo:






Corre, si, pero no te obsesiones.







Ni que decir tiene que todo esto debe abordarse desde un punto de vista muy distinto dependiendo de la importancia que la actividad deportiva tenga en nuestra vida.

El deportista profesional, y en este caso, el corredor profesional, no puede aplicar todas las formas de esta filosofía con un aire relajado, pues de su rendimiento depende, en gran medida, su futuro a medio plazo.


Sin embargo, el corredor aficionado, aquel que desarrolla la carrera a pie como un medio para encontrar un punto de equilibrio mental y corporal, debería intentar aprovechar tal oportunidad para ahondar en sus limitaciones y en sus posibilidades sin presiones, disfrutando el momento. 






Enfocar la carrera de fondo como la causa de una filosofía especial, seria, quizá demasiado presuntuoso. Pero si entendemos esta idea aplicada a una forma de vida, toma un sentido determinado y especifico. Cuando se empiezan a dar las primeras zancadas y se va notando la necesidad día a día de volver a repetir el momento, de volver a recorrer más distancia, de encontrarse uno mismo en una especie de mundo distinto, a sentirse especial, en ese instante, uno empieza a ser un corredor, no importa el nivel, se es corredor, simplemente. 











Se habla de la soledad del corredor de fondo como algo mitificado, no obstante dicha soledad existe, un estado donde uno se encuentra a solas con sus pensamientos, una especie de nirvana que nos hace ser uno con el entorno. Ese estado solo puede alcanzarse cuando se llega al disfrute por correr, cuando los kilómetros dejan de ser nuestros enemigos y pasan a formar parte de nuestra vida diaria. Poco a poco vamos descubriendo nuestra filosofía personal. Correr a ninguna meta, correr por correr, descubriendo nuevos caminos interiores y personales, buscando, en ocasiones, una soledad acogedora. Personalmente en muchas ocasiones me he sentido acogedoramente sol.

Texto retomado de: http://www.mundoatletismo.com/Site/atletismopopular/02192b988d108d201.html

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