Correr es Filosofía
Levantarse al alba, ignorar la lluvia o el frío intenso,
recorrer la distancia planificada o el tiempo programado después de una jornada
laboral. Obstáculos que resultan insignificantes ante nuestro objetivo,
realizar nuestra sesión diaria. ¿Qué puede empujarnos a dicha actividad? ¿Qué
objetivos y motivaciones nos impulsan a empezar o acabar el día devorando
kilómetros de forma altruista, sin una meta aparentemente clara? ¿Somos los
corredores unos solitarios por elección, unos incomprendidos, unos locos?
Cierto es, que como en muchas facetas de la vida, la carrera a pie tiene su
propia filosofía y cada individuo la adapta a sus costumbre y forma de vivir,
tanto ideológicamente como socialmente. Resulta sorprendente observar como esta
actividad deportiva ha sumado adeptos y partidarios en los últimos años, pues
no hace mucho era extraño ver alguna que otra persona trotando por las calles y
parques de las ciudades.
Pero ¿realmente la carrera a pie tiene una filosofía propia?
Si debo exponer mi opinión personal, cuestión que en este aspecto es la única
que puede argumentarse en este texto, la respuesta es indudablemente
afirmativa. Tiene su filosofía propia en la medida que se traduce en una forma
de vivir y entender todas las facetas cotidianas. En esta forma de vida entran
en juego muchos aspectos que son modificados de alguna manera por la actividad
deportiva. Desde la alimentación, el sueño, los hábitos higiénicos y de salud,
la actitud de enfrentamiento ante los problemas diarios, etc.
Son muchas las personas que notan un cambio personal e
inconsciente en su forma de ver y afrontar la vida cuando inician una práctica
deportiva y en este caso, la carrera a pie, el atletismo de fondo o el
"correr por correr".
Es una manera de encontrar un tipo de paz interior y
reflexión que mejora nuestra visión de la vida, logrando, durante el tiempo de
la carrera, una liberación de presiones exteriores que en muchas ocasiones, y
como consecuencia de una práctica continuada, prevalece más allá de ese
momento.
Correr puede convertirse en algo necesario, imprescindible
en la vida del corredor, de tal forma que la ausencia de esta rutina, deja un
vacío que puede llegar a afectar al carácter de forma puntual.
No obstante no debemos entender esta afirmación como algo que
se deba sufrir, que tome un cariz demasiado angustioso. Simplemente, como una
sensación que se puede llegar a tener con cualquier otra actividad, deportiva o
no, a la cual dedicamos parte de nuestro tiempo diario.
El truco consiste en no obsesionarse con esa sesión de
entreno no realizada o con ese tiempo de dedicación a nuestra actividad física
diaria. Por lo tanto he aquí un primer consejo:
Corre, si, pero no te obsesiones.
Ni que decir tiene que todo esto debe abordarse desde un
punto de vista muy distinto dependiendo de la importancia que la actividad
deportiva tenga en nuestra vida.
El deportista profesional, y en este caso, el corredor
profesional, no puede aplicar todas las formas de esta filosofía con un aire
relajado, pues de su rendimiento depende, en gran medida, su futuro a medio
plazo.
Sin embargo, el corredor aficionado, aquel que desarrolla la
carrera a pie como un medio para encontrar un punto de equilibrio mental y
corporal, debería intentar aprovechar tal oportunidad para ahondar en sus
limitaciones y en sus posibilidades sin presiones, disfrutando el momento.
Enfocar la carrera de fondo como la causa de una filosofía
especial, seria, quizá demasiado presuntuoso. Pero si entendemos esta idea
aplicada a una forma de vida, toma un sentido determinado y especifico. Cuando
se empiezan a dar las primeras zancadas y se va notando la necesidad día a día
de volver a repetir el momento, de volver a recorrer más distancia, de
encontrarse uno mismo en una especie de mundo distinto, a sentirse especial, en
ese instante, uno empieza a ser un corredor, no importa el nivel, se es
corredor, simplemente.
Se habla de la soledad del corredor de fondo como algo
mitificado, no obstante dicha soledad existe, un estado donde uno se encuentra
a solas con sus pensamientos, una especie de nirvana que nos hace ser uno con
el entorno. Ese estado solo puede alcanzarse cuando se llega al disfrute por
correr, cuando los kilómetros dejan de ser nuestros enemigos y pasan a formar
parte de nuestra vida diaria. Poco a poco vamos descubriendo nuestra filosofía
personal. Correr a ninguna meta, correr por correr, descubriendo nuevos caminos
interiores y personales, buscando, en ocasiones, una soledad acogedora.
Personalmente en muchas ocasiones me he sentido acogedoramente sol.
Texto retomado de: http://www.mundoatletismo.com/Site/atletismopopular/02192b988d108d201.html
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